Se acerca el gran día, el día en que muchas niñas, mujeres y hasta hombres esperan.  El día en que mi vida cambiará por completo. Ese día donde le confieso mi amor a ese ser que tanto amo.  El día en que me entrego a esa persona ante los ojos de Dios para toda la vida.  El día de mi boda.

Nervios, ansias, inquietudes, armonía, tristeza, felicidad, son muchos de los sentimientos que tengo. Puede ser que para muchos no es un gran cambio el casarse, quizas porque anteriormente han convivido con alguien, o por otras razones.  Pero para mí es más que firmar un papel.  Para mí es entregar mi corazón por completo a esa persona que tanto amo.  Para mí es mudarme, dejar mi familia, mi casa, mi cama, mi almohada, dejarlo todo para establecerme en un nuevo hogar con esa persona especial para mí.  

Suena cursi pero si, estoy enamorada de la vida, de mi comprometido y sobre todo de Dios.  Por que él es quien siempre ha estado presente en mi vida, brindandome bendiciones para poder salir hacia adelante.  

Para poder casarme por la Iglesia Católica, debo cumplir con ciertos requerimientos.  Siendo uno de ellos el Cursillo Matrimonial.  Al principio solo pensaba que eran clases que te ofrecían para que al final te arrepintieras y no te casaras.  Pero mientras el tiempo fue pasando, me di cuenta que es mucho mas que eso.  El cursillo nos ayudó a valorarnos mutuamente, a saber perdonar, respetar y sobre todo poner a Dios como centro de nuestra relación, para así tener un matrimonio fructuoso.  

Pronto caminaré en el altar y juraré ante mis seres queridos y ante Dios, ser la esposa que mi futuro esposo se merece.  Siendo así el día más importante de mi vida.  El día en que me mudaré, dejaré a mi familia para crear la mía. El día en que mi título cambiará de señorita para convertirme en señora. El día en que dejamos de ser dos personas, para así convertirnos en uno.   El día de mi boda!